Etiquetas

, , ,

Las redes sociales, que tan de moda están, no son sólo una valiosa herramienta relacional, sino que además pueden llegar a prestarnos, debido a su efecto multiplicador, el majestuoso servicio de comunicar nuestra necedad por doquier. Porque ya no nos basta con quedar en ridículo en nuestro círculo más cercano, ahora hay que proclamar nuestras carencias a los cuatro vientos, a ver si va a ser cierto eso de que la sandez compartida es menos necedad.

Los extremos nunca me han parecido dignos de confianza. No sé si por obsesión aristotélica asociada al concepto de virtud como término medio o por la creencia que siempre me ha inculcado mi madre de que ni los buenos son tan piadosos, ni los malos son tan perversos.

Leo hace un tiempo, con gran sorpresa y aún mayor ataque de hilaridad, un mensaje de menos de 140 caracteres, replicado en una red social de ámbito profesional, que reza: «Moviendo contactos para una persona que lo necesita aunque soy consciente de que no se lo merece»

Me quedé atónito al descubrir la gran bondad, probidad e integridad que eran capaces de destilar tan pocas palabras por sus cuatro costados. Ahora, hablando medio en serio: Pero vamos a ver almas de cántaro, pequeños saltamontes, apóstoles de la mística cuántica, ¿Cómo se puede llegar a cometer tamaño atentado contra la reputación de uno mismo?

La respuesta es sencilla. Nada como buscar desesperadamente el reconocimiento de los demás en pos de la autoafirmación de virtudes propias, ya sea por vanidad o por inseguridad, para ponerse en entredicho. Pero, hete aquí, por qué será, que el fin no siempre justifica los medios y si no andas con cuidado puedes hacer el ridículo más espantoso.

Espero que, aun resultando improbable que no imposible, a la virgen de Lourdes le diese aquel día por darse un garbeo por la red y obrase el milagro de:

a) que la persona receptora del favor no estuviese entre los destinatarios. Muy violento eso de sentirse objeto de limosna y clemencia. Seguro que los curas de mi colegio estarían de acuerdo en considerarlo, cuanto menos, una acción poco cristiana.

b) que los contactos a mover tampoco. Pues menuda referencia implícita en el mensaje. ¿Os imagináis el papelón en caso de toma de contacto?

c) que el resto de destinatarios fuésemos lo suficientemente ciegos o, en su defecto, cortos de entendederas para no darnos cuenta de los dos supuestos anteriores.

¿El más perjudicado en todo este disparate? El autor del tweet. Quiero creer que el dramaturgo tenía un mal día y le dio por experimentar en carne propia la respuesta a la pregunta: ¿Es posible sobrarse y bastarse uno mismo para quedar en evidencia sin necesidad de los demás? Pues nada, objetivo cumplido. Desde aquí mi más sincera enhorabuena por la valentía demostrada al querer ayudar a encontrar evidencias de gran utilidad para la comunidad científica.

Huelga decir que un error de cálculo lo puede cometer cualquiera, pero sirva este castigat ridendo mores como ejemplo para alertar sobre aquellas supuestas almas cándidas de cartón piedra pues, como ya asevera el refranero popular, de buenas intenciones está el cementerio lleno.

Nos vemos,

asertivopordecretoley                                                     

PD. Mi más sincero agradecimiento a Gilbert por ayudarme a elegir el título de esta entrada