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Ya no hay quien ponga en duda la necesidad de sobresalir cuando interactuamos con nuestro entorno. Las comparaciones han dejado de ser odiosas para convertirse en la materia prima con la que preparar las cinco comidas diarias que nuestra vanidad necesita para mantenerse en forma. Parece casi imprescindible tener que añadir la variable del propio ego a la ecuación para calcular cualquier resultante.
Hacer las cosas fáciles, aunque la lógica lo imponga, no está de moda. Lo que se lleva ahora son los impulsos creativos de gran calado y aún mayor trascendencia cósmica. No es que estemos ante nada nuevo. Simplemente han dejado de ser un don de mentes privilegiadas para convertirse en un derecho de todos.
Pero tranquilos. No hay que entrar en pánico ni luchar contra la evidencia. Ponerse quijotescos no procede pues, además de dejaros exhaustos, sólo conseguiréis ponerle puertas al campo. Relajaos, disfrutad y rendíos a la evidencia de que todos, sin excepción, empezaremos a sentir que hemos sido dotados con el gen de la originalidad por generación espontánea. Que, cada vez con más frecuencia, el número de ideas brillantes a nuestro alrededor se multiplicará por doquier, cual epidemia de gripe en época invernal, hasta llegar al hecho, aunque parezca imposible, de que todo aquel que tenga culo sentará cátedra.
Sin embargo, me permito la licencia de advertir a aquel que no esté acostumbrado y empiece a sufrir de impulsos creativos, de que éstos llevan implícitos en su concepción la imperiosa necesidad de darles rienda suelta a lo grande. Te lo gritan por originales, so pena de enquistamiento emocional, y ya se sabe lo malo que es reprimirse. Como no te funcione bien el filtro entre la idea original y su puesta en práctica, pueden llegar a tener más peligro que una piraña en un bidé, pues su repercusión, por creativa, suele ser el doble por desmán inesperado.
Yo, ya me estoy acostumbrando desde hace tiempo. No sólo en el ámbito profesional, sino en mi vida diaria, donde escucho discursos y veo actuaciones que me dejan, con la alegría que se dicen, además de embobado por lo original de su concepción, extasiado por su contenido.
Nos vemos,
asertivopordecretoley